Historia

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Introducción

Lanciego, como el resto de las poblaciones de La Rioja Alavesa oriental, perteneció al reino de Navarra en la alta Edad Media, siendo aldea de Laguardia hasta el año 1630 en que, por sí misma, se constituyó en villa.

Tiene una altitud media de 545 metros sobre el nivel del mar y actualmente se encuentra poblada, aproximadamente por 731 habitantes, formando parte 47 vecinos y vecinas del municipio de Viñaspre y 48 de Assa.

Historia

Durante el siglo X, Sancho Garcés I, con ayuda de Ordoño II de León, había conquistado para el reino de Pamplona la zona de la Rioja alavesa aprovechando el ocaso de los Banu Casi. Desde el principio Lanciego estuvo ligada a la villa de Laguardia, formando parte de tu término municipal durante gran parte de su historia y dependiendo de ella en sus asuntos civiles. Una de las primeras menciones de la localidad aparece en un documento de 1257. 

La situación jurisdiccional y administrativa cambió cuando en 1630 consiguió la independencia, como ya habían hecho otras aldeas vecinas, y se convirtió en villa por sí misma. A partir de este momento dispuso de Ayuntamiento propio, formado por dos alcaldes ordinarios, dos regidores, uno de cada estado en ambos casos, un procurador sindico general y un alguacil mayor con voto en los congresos. Las elecciones se alternaban por años entre los miembros de los dos estados, y se efectuaba el primer día de cada año separada e independientemente entre los miembros de cada estado. Sólo tenían derecho a voto aquellos vecinos que hubiesen ejercido oficio en el gobierno de la villa. Este sistema se mantuvo como mínimo hasta la primera mitad del siglo XIX.
 
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En lo eclesiástico permaneció en la diócesis de Calahorra, dentro del arciprestazgo de Laguardia y vicaría de Viana. Hasta que en 1862 se creó la diócesis de Vitoria. Dispuso en 1551 de seis beneficiados para servir la parroquia. Con el tiempo se redujeron a cinco. Como mínimo tres de ellos eran ración entera y dos de media ración. A principios del siglo XX la parroquia sólo era servida por dos sacerdotes.

Su población estaba regulada en el año 1366 según el apeo que en ese año se hacía del Reino de Navarra en 24 pagadores o fuegos además de un fijodalgo, los cuales contribuyeron con 62 y medio florines a razón de dos y medio por fuego.

Tenemos que avanzar en la historia y llegar hasta el año 1551 para encontrar el rastro demográfico de la localidad, hablando en ese momento de 60 vecinos. El municipio sigue creciendo y a finales de siglo XVIII se censaron 720 vecinos, que en el recuento de 1860 habían pasado a ser 977. Desde entonces y durante el siglo XX los datos demográficos van en descenso, tocando fondo en 1981 con un censo de 500 habitantes, comenzando entonces una línea sostenida de leve crecimiento.
 
Este municipio, a juzgar por la abundancia de casas del siglo XVI, debió ser una villa bien poblada, al menos desde esa época. Era un pueblo rico por su agricultura, que contaba ya en el siglo XVII con una fábrica de lienzos caseros. Ha de tenerse en cuenta que además de abundante vino, aceite y trigo, cosechaban lino y sus rebaños les producían de 300 a 400 arrobas de buena lana al año.

Sin duda, guarda bellos ejemplos de arquitectura tanto de ámbito de culto como de ámbito popular. Su patrimonio artístico destaca frente a otras villas de la zona.

A principio del siglo XIX disponían los habitantes de Lanciego de un centro educativo de primera enseñanza dotado con 1830 reales, con separación de niños y niñas. Dicha separación se mantuvo hasta bien entrado en el siglo XX.

Fue esta localidad centro cultural de cierta importancia durante el siglo SVI y principios de XVII. Algunos importantes artistas establecieron en ella su residencia.

La característica de esta población es haber sido un centro de arte sagrado. Como consecuencia, su iglesia atesora joyas artísticas de mucha calidad. Por eso, resulta más sensible el expolio que ha sufrido su archivo, del que se ha hecho desaparecer la documentación de las épocas más interesantes para su historia artística.

Escudo

Una vez que Lanciego fue creado villa, sus regidores verían la necesidad de tener un símbolo gráfico, o representación heráldica, que sirviera para identificarse y diferenciarse de los municipios del entorno, contando para ello con sello propio de la Alcaldía y su Ayuntamiento.

Hay constancia de haberse utilizado un sello de caucho a mediados del siglo XIX en el que figuran dos plumas cruzadas y una corona real, cuyo significado se desconocía. A principios del siglo XX, sin embargo, se utilizaba un sello representando un rollo o picota.

Actualmente, el Escudo de Armas de Lanciego, se compone de tres justificaciones:
  • La espada: La aparición de esta pieza estaría justificada como símbolo del martirio sufrido por San Acisclo, quien fue degollado en el anfiteatro de Córdoba.
  • La palma: Esta figura tendría la misma justificación, pero en esta ocasión representa a su hermana, Santa Victoria, que ostenta la cotitularidad de la parroquia de la villa de Lanciego.
  • El árbol: El tipo de árbol que representa fielmente a la villa de Lanciego es el olivo, ya que, aparte de la vid que es el cultivo principal del municipio.
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Así pues, el verdadero escudo de Lanciego, a entender del experto que suscribe y siempre con el más estricto respeto a las leyes de la heráldica, debe describirse de la siguiente manera:

“En campo de gules, una espada de plata y una palma de oro, puestas en aspa o sotuer, surmontadas de un olivo en su color natural”

El escudo irá timbrado con la corona ducal, que es la que corresponde por tradición a la provincia de Álava, siendo también la que aparece en el escudo utilizado en la actualidad por el Ayuntamiento de Lanciego. Esta corona será de oro, sin diademas y con el círculo engastado de pedrería y perlas, y realizado con ocho florones de figura semejante a las hojas de apio.

Assa

Formando parte de Lanciego, es la población más baja de Rioja Alavesa. Está situado en la orilla izquierda del río Ebro, entre la carretera general y el empalme para Lanciego. Tuvo importante su población hasta el siglo X, tal como lo atestigua el Puente Mantible.

Assa es un lugar de antiguo poblamiento. Su primitiva localización estuvo en el monte por razones defensivas. Fue habitado desde época romana, como prueba la existencia de algunas inscripciones que se han encontrado en la Ermita de Santa María de Assa y en un lugar llamado “Casa del Monte”. En 926 aparece ya en la Historia su torre o castillo, construido para defender el puente que cruzaba el Ebro. Ese mismo año el rey de Pamplona, García Sánchez I, donó Assa al Monasterio de San Millán. El castillo de Assa fue un punto
estratégico en la frontera navarro-castellana. Tras numerosos avatares, la fortaleza desapareció entre los siglos XIV y XV, igual que el puente y durante mucho tiempo quedó deshabitada.

Fue un estratégico castillo, cuyos alcaides aparecen en las Crónicas de Navarra cedido como villa al Monasterio de San Millán el año 926 por el rey navarro García Sancho. El primitivo asentamiento debió estar en el monte, en el término de los Castillejos, como lo requería una defensa fortificada, no donde está hoy el pueblo.

Antes de pasar a la historia como núcleo navarro, los romanos tuvieron aquí un asentamiento, como lo atestiguan lápidas romanas.
 

Viñaspre

La antigüedad de Viñaspre se manifiesta en una donación de 1904. En ese año la noble Urraca donó un palacio y unos bienes que tenía en Benasperi al monasterio de San Millán de la Cogolla. Formó parte del territorio de Laguardia desde la fundación de la villa en 1164. En la documentación del año 1257, en la que se describe el obispado de Calahorra, se menciona Vinaspere, identificado como Viñaspre. De nuevo en 1366, en la relación que la Corona de Navarra hizo sobre sus posesiones, el nombre de Viñaspre aparece formando parte de la misma.

Viñaspre consolidó su independencia respecto a Laguardia el 18 de marzo de 1669, merced a la concesión del título de villa por parte de Carlos II, siendo la última aldea en conseguirlo 
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junto con Yécora y Cripán. Pero a finales del siglo XIX acabaría incorporándose en la jurisdicción de Lanciego. Junto con esa villa y el pequeño barrio de Assa, forma en la actualidad el municipio de Lanciego.
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En el registro fiscal que el reino de Navarra realizó en 1366 se registró la cantidad de 21 fugos. Hay que esperar al siglo XVI para obtener nuevos datos demográficos. EN 1561 la población alcanzaba los 41 vecinos, sobre los que incidió la epidemia de 1599, con el resultado de 70 muertos, quedando tan sólo 20 vecinos. El máximo de población se alcanzó en 1875 con 195 habitantes. A partir de aquí la caída de la población continuó hacia casi nuestros días, contando actualmente con un total de 47 habitantes.

El patrimonio artístico y monumental no es muy destacado.
 

Historia

Durante el siglo X, Sancho Garcés I, con ayuda de Ordoño II de León, había conquistado para el reino de Pamplona la zona de la Rioja alavesa aprovechando el ocaso de los Banu Casi. Desde el principio Lanciego estuvo ligada a la villa de Laguardia, formando parte de tu término municipal durante gran parte de su historia y dependiendo de ella en sus asuntos civiles. Una de las primeras menciones de la localidad aparece en un documento de 1257. 

La situación jurisdiccional y administrativa cambió cuando en 1630 consiguió la independencia, como ya habían hecho otras aldeas vecinas, y se convirtió en villa por sí misma. A partir de este momento dispuso de Ayuntamiento propio, formado por dos alcaldes ordinarios, dos regidores, uno de cada estado en ambos casos, un procurador sindico general y un alguacil mayor con voto en los congresos. Las elecciones se alternaban por años entre los miembros de los dos estados, y se efectuaba el primer día de cada año separada e independientemente entre los miembros de cada estado. Sólo tenían derecho a voto aquellos vecinos que hubiesen ejercido oficio en el gobierno de la villa. Este sistema se mantuvo como mínimo hasta la primera mitad del siglo XIX.
 
En lo eclesiástico permaneció en la diócesis de Calahorra, dentro del arciprestazgo de Laguardia y vicaría de Viana. Hasta que en 1862 se creó la diócesis de Vitoria. Dispuso en 1551 de seis beneficiados para servir la parroquia. Con el tiempo se redujeron a cinco. Como mínimo tres de ellos eran ración entera y dos de media ración. A principios del siglo XX la parroquia sólo era servida por dos sacerdotes.

Su población estaba regulada en el año 1366 según el apeo que en ese año se hacía del Reino de Navarra en 24 pagadores o fuegos además de un fijodalgo, los cuales contribuyeron con 62 y medio florines a razón de dos y medio por fuego.

Tenemos que avanzar en la historia y llegar hasta el año 1551 para encontrar el rastro demográfico de la localidad, hablando en ese momento de 60 vecinos. El municipio sigue creciendo y a finales de siglo XVIII se censaron 720 vecinos, que en el recuento de 1860 habían pasado a ser 977. Desde entonces y durante el siglo XX los datos demográficos van en descenso, tocando fondo en 1981 con un censo de 500 habitantes, comenzando entonces una línea sostenida de leve crecimiento.
 
Este municipio, a juzgar por la abundancia de casas del siglo XVI, debió ser una villa bien poblada, al menos desde esa época. Era un pueblo rico por su agricultura, que contaba ya en el siglo XVII con una fábrica de lienzos caseros. Ha de tenerse en cuenta que además de abundante vino, aceite y trigo, cosechaban lino y sus rebaños les producían de 300 a 400 arrobas de buena lana al año.

Sin duda, guarda bellos ejemplos de arquitectura tanto de ámbito de culto como de ámbito popular. Su patrimonio artístico destaca frente a otras villas de la zona.

A principio del siglo XIX disponían los habitantes de Lanciego de un centro educativo de primera enseñanza dotado con 1830 reales, con separación de niños y niñas. Dicha separación se mantuvo hasta bien entrado en el siglo XX.

Fue esta localidad centro cultural de cierta importancia durante el siglo SVI y principios de XVII. Algunos importantes artistas establecieron en ella su residencia.

La característica de esta población es haber sido un centro de arte sagrado. Como consecuencia, su iglesia atesora joyas artísticas de mucha calidad. Por eso, resulta más sensible el expolio que ha sufrido su archivo, del que se ha hecho desaparecer la documentación de las épocas más interesantes para su historia artística.
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